Tras la pandemia hemos observado un uso excesivo y sin límites de los videojuegos.
Entre los adolescentes, durante la pandemia del COVID-19, los videojuegos se han convertido en una herramienta que les permite continuar unidos y conectados socialmente.
Después del confinamiento, un día le pregunté a un chaval: ¿quedas con tus amigos?, y me contestó: ¡sí, quedamos por la play!
Con esta respuesta me quedé atónita. Tras el confinamiento se había convertido en una manera nueva de quedar entre los adolescentes.
Aquí llegó aún más mi preocupación, ya que llevaba tiempo viendo un uso excesivo de videojuegos no adecuados entre los niños y adolescentes. El consumo de videojuegos ha aumentado un 65% durante la pandemia.
Me hago las siguientes preguntas: ¿cómo nos estamos relacionando socialmente?, ¿estamos “enganchados” a estos juegos?, ¿dónde quedaron las tardes enteras riendo y hablando con los amigos?...
Tras estas preguntas creo que debemos realizar una reflexión personal como padres y ver cómo se están comunicando nuestros hijos/as con sus amigos, y si están “enganchados” a estos juegos, si es así poner en marcha una solución.
¿Le prohíbo jugar a mi hijo/a? Es una pregunta que me hacen muchos padres. Tenemos que tener en cuenta que el uso moderado de videojuegos tiene beneficios: aumenta la creatividad, la toma de decisiones, reduce la ansiedad…
Por ello mi respuesta es: “no soy partidaria de prohibir sino de limitar”. Cuando prohibimos creamos sentimientos de inquietud, irritabilidad, agobio, ansiedad y opresión entre los niños y adolescentes. Esta prohibición puede generar otros problemas en casa y en los centros escolares.
¿Qué debemos hacer?
Conseguir un uso controlado de los videojuegos y mejorar la relación con ellos. Os proponemos las siguientes pautas:
1. No utilizar los dispositivos (móvil, tablet, play…) para callar o mantener entretenidos a los niños y adolescentes.
2. Limitar su uso con horarios y respetarlos.
3. Buscar otras vías de entretenimiento y actividades para realizar en el tiempo libre. El aburrimiento también es beneficioso.
4. Moderar la compra de videojuegos. Con un nuevo juego el “enganche” es mayor, pero cuando se supera el juego ya no es tan adictivo y con la compra de un juego nuevo volvemos a recargar la adicción.
5. Explicar que el dispositivo (móvil, tablet, play…) es de los padres. Limitar su uso será más fácil si el propietario no es el niño.
6. Realizar salidas al aire libre y programarlas con ellos.
7. Ser compañeros de juego de nuestros hijos/as. Jugar es divertido pero además disfrutan de la compañía y atención de sus padres.
8. Fomentar la relación con niños y adolescentes de su edad, a través de actividades, grupos de tiempos libre...
¡Nunca es tarde para poner límites a tu hijo/a!